jueves, 14 de diciembre de 2006

"El barón rampante"


Italo Calvino, nacido en Cuba, de padres italianos, se trasladó a Italia en su juventud. Después de la II Guerra Mundial, durante la que luchó contra los nazis en un grupo de partisanos, se licenció en Literatura y realizó trabajos editoriales. Su primera novela, El sendero de los nidos de araña (1947) era realista. Luego utilizó técnicas alegóricas en novelas como El caballero inexistente o El vizconde demediado (1952-1959). En obras posteriores, como Las cosmicómicas (1965), Tiempo cero ( 1966), Si una noche de invierno un viajero (1979) y Mr Palomar (1983), queda patente la original mezcla de Calvino de fantasía, curiosidad científica y especulación metafísica.
El barón rampante (1956) forma parte de la trilogía Nuestros antepasados, y se completa con El vizconde demediado y El caballero inexistente. El barón rampante cuenta como Cosimo Piovasco, barón de Rondó, en un acto de rebeldía cuando tenía doce años se encaramó a la rama de un árbol y decidió no volver a poner nunca más pie en tierra. En este libro Calvino se enfrenta, como él mismo declaró, al que es su verdadero leitmotiv narrativo: "Una persona se fija voluntariamente una difícil regla y la sigue hasta sus últimas consecuencias, ya que sin ella no sería él mismo ni para sí ni para los otros".
Os la recomiendo ya para mi es un libro de rebeldía, de perseverancia, de creer en lo que uno hace sin importarle las opiniones de los demás...en fin es un libro de los que como dijo Jackson Browne sirven para defender tus principios aunque sea solo.
Os adjunto un breve fragmento del inicio del libro.

Fue el 15 de junio de 1767 cuando Cosimo Piovasco di Rondo, mi hermano, se sentó por última vez entre nosotros. Lo recuerdo como si fuera hoy.

Estábamos en el comedor de nuestra villa de Ombrosa, las ventanas enmarcaban las tupidas ramas del gran acebo del parque. Era mediodía, y nuestra familia, siguiendo una antigua tradición, se sentaba a la mesa a esa hora, pese a que ya cundía entre los nobles la moda, llegada de la poco madrugadora Corte de Francia, de almorzar a media tarde. Soplaba un viento del mar, recuerdo, y se movían las hojas.
Cosimo dijo:

- ¡He dicho que no quiero y no quiero!- y rechazó el plato de caracoles. Jamás se había visto desobediencia más grave. En la cabecera estaba el Barón Arminio Piovasco di Rondo, nuestro padre, con su larga peluca sobre las orejas, a lo Luis XIV, pasada de moda como tantas cosas suyas.................................

No hay comentarios: