viernes, 22 de diciembre de 2006

"La conjura de los necios" o "La ruleta de la diosa fortuna"

John Kennedy Toole (1937-1969) nació, creció y se educó en la ciudad de Nueva Orleáns, y tras licenciarse y prestar el servicio militar escribió en la década de los 60 “La conjura de los necios”. El azar, la mala suerte, el destino o, tal vez, la Diosa Fortuna quiso que varias editoriales desestimaran la publicación del libro hecho éste que alteró el estado vital de Toole llevándole al suicidio en 1969.

Fue su madre quien, gracias al apoyo de Walter Percy, y a la confianza ciega que tenía en la obra de su hijo consiguió, en 1980, que la obra se editará 11 años después de la muerte de su hijo convirtiéndose rápidamente en un gran éxito comercial y ganando el Premio Puliitzer de ficción en 1981.

“La conjura de los necios” no es más que una tragicomedia del siglo XX ambientada en Nueva Orleans en la que con una ácido sentido del humor el autor nos plantea la eterna lucha del bien contra el mal gracias a personajes que ni el mismo Fellini hubiese sido capaz de crear. El protagonista es el único e irrepetible, por suerte, Ignatius J. Reilly, un ser egocéntrico que piensa que todo en la vida gira alrededor de la Diosa Fortuna y que gracias a un accidente en coche de su madre borracha le tocará, con 30 años, ponerse a trabajar para sufragar los gastos del mismo y evitar problemas posteriores. A partir de este punto el autor nos propone una serie de situaciones cada vez más hilarantes y disparatadas que tienen como protagonista principal a Ignatius.

Cabe resaltar la galería de personajes que nos presenta el autor empezando por Myrna Minkoff, novia (¿?) de Ignatius, una Juana de Arco sindicalista del siglo XX en la América del flower power, pasando por la madre de Ignatius la Sra. Reilly, el Sr. Robichaux, pretendiente septagenario de la Sra. Reilly, Santa Battaglia, tía del patrullero Mancuso que desarrolla su trabajo con un disfraz diferente cada día, hasta el Sr. Levy propietario de una decadente fábrica de pantalones en la que Ignatius proyecta todos sus fantasmas como Don Quijote con los molinos.

Es un libro de lectura recomendada que seguro que no deja a nadie indiferente. Os dejo con un fragmento del mismo.

" Soy capaz de tantas cosas y no se dan cuenta. O no quieren darse cuenta. O hacen todo lo posible por no darse cuenta. Necedades. Dicen que la vida se puede recorrer por dos caminos: el bueno y el malo. Yo no creo eso. Yo más bien creo que son tres: el bueno, el malo y el que te dejan recorrer. El bueno lo he intentado andar y no me ha ido bien. Juro que ha sido así. De pequeño hice todo lo que consideré correcto y lo que esta bendita New Orleans, con sus acordes de ébano y sus insoportables chaquetas a rayas me inducía a hacer. Estudio profundamente y trato de trasladar mis conocimientos con pasión. Los estudiantes saben eso. También escribo encerrado en un pequeño mundo cuarto juntando frases, frustrándome ante las huidizas buenas palabras y las no menos resbaladizas imágenes, comparaciones, situaciones, personajes, diálogos. Asumo estar en ese camino porque es ese el modo como se consiguen los sueños. Al menos eso creía hasta un día, cuando tenía todo acabado y faltaba la confirmación de que había decidido bien, no hubo recompensa. No hubo zanahoria, Ahí me di cuenta de que ya estaba caminando, lejos de mi voluntad, por la otra senda. Esa que no es la buena ni la mala. Porque está claro que la buena es buena porque es una opción propia. La mala es mala porque también es tu opción. Pero la otra no es algo que hayas escogido, por lo cual no pueden decir que es ciertamente buena o ciertamente mala. Es ciertamente ajena, impropia. Por ese camino involuntario caminé, llevado de las narices, arrastrado como un palo sin poder animarme. Tuve que resignarme a ser como ellos me ordenaban, a aceptar sus juicios y sus rechazos. A comprobar una vez más que no todos pueden ver más allá de su aliento. A ser víctima de un sistema que hace de gente como yo infelices zombies o incomprendidos. Y hay que tener el espíritu muy bien templado, tal vez como acero damasquino o más, para afrontar semejante fuerza. "

No hay comentarios: